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¿Qué es el cáncer de mama?

Podría definirse el cáncer como una enfermedad provocada por una alteración en las células, que les hace dividirse y multiplicarse sin ningún tipo de control y sin reportar beneficio alguno al organismo en el que se reproducen.

Las células en condiciones normales, sólo se dividen cuando es necesario, y lo hacen de manera ordenada. Este orden, unido a la existencia de una “muerte celular programada”, mediante la cual el propio organismo regula el número de células, ayuda a mantener el cuerpo humano.

Si las células se dividen cuando no hay necesidad, se forma tejido en exceso, lo que constituye una masa o bulto denominada tumor.

Los tumores pueden ser benignos y malignos, denominados comúnmente cáncer. En el primer caso nunca invaden otros tejidos ni se extienden a otras partes del organismo. Por el contrario, las células cancerosas en su crecimiento y división de forma incontrolada pueden invadir y dañar los tejidos y órganos cercanos, y pueden penetrar en la circulación sanguínea o en el sistema linfático, formando tumores a distancia, que se denominan metástasis.

La mama

Cada glándula mamaria está compuesta por lóbulos (1), en número de 9 a 12. Dentro de cada uno de ellos hay lobulillos (2), pequeños saquitos que incluyen docenas de otros más pequeños denominados bulbos o acinos. Estos últimos son los encargados de producir la leche. Los lóbulos, lobulillos y bulbos están unidos por finos conductos denominados ductos (3). Estos ductos desembocan en el pezón, en el centro de la areola. Los espacios que existen alrededor de los lóbulos y los ductos están rellenos de grasa.

La mama contiene vasos linfáticos y sanguíneos. Los vasos linfáticos transportan un fluido incoloro denominado linfa, y desembocan en unas estructuras pequeñas, a modo de ensanchamiento de los mismos conductos, que son los denominados ganglios linfáticos. La linfa procedente de la mama tiene un flujo establecido, hacia la axila, la región supraclavicular y la cadena mamaria interna en el tórax, regiones en las que existen agrupaciones de ganglios linfáticos.

Tipos de cáncer de mama.

Cada unos de los distintos tipos de tejidos descritos hasta este momento es capaz de producir un tipo de cáncer de mama; por lo tanto existirán tumores originados en los ductos (carcinoma ductal, que es el más frecuente), tumores que asientan en los lóbulos (carcinoma lobulillar?), y tumores mixtos. Existen también otros tipos de tumores, que son más raros, y cuya descripción escapa del propósito de esta guía.

Cuando el tumor mamario está dentro de los ductos, sin llegar a romper su pared, constituye el denominado carcinoma intraductal; tumor de excelente pronóstico y que se diagnostica cada vez con más frecuencia. Este tipo de tumor nunca se puede extender más allá de la mama; sin embargo cuando el tumor ya se ha hecho infiltrante, tiene posibilidades de alcanzar otros órganos. En ocasiones el tumor alcanza los ganglios axilares y ello indica que en algún momento sus células han podido tener capacidad para extenderse a otras partes del organismo (otros ganglios linfáticos a distancia, huesos, hígado, pulmones, etc.). No siempre es así, puesto que en ocasiones los ganglios linfáticos son las únicas partes del cuerpo afectadas por el tumor mamario (es como si hubiesen constituido una auténtica barrera frente a la diseminación del tumor). Cuando el cáncer de mama se ha extendido a otros órganos, se denomina cáncer metastásico.

Diagnóstico del cáncer de mama.

Si el cáncer de mama tiene mejor pronóstico que otros tumores malignos se debe, sin duda, a la facilidad de su diagnóstico precoz.

En este diagnóstico precoz las mujeres tienen un papel decisivo, consultando con su médico cuando aparezcan síntomas que revelen una enfermedad en la mama, realizándose revisiones médicas periódicas (exploración y mamografía), y participando en los programas de detección precoz actualmente en marcha.

Sintomatología:

El cáncer de mama no suele producir dolor, y nunca cuando es precoz. Muchas veces, cuando el cáncer de mama es incipiente, no da ningún síntoma; sin embargo, cuando crece puede ocasionar cambios que la mujer debe vigilar:

  • tumoración (bulto) en la mama o en la zona axilar.
  • cambio en el tamaño o en la forma de la mama.
  • secreción por el pezón.
  • retracción de la piel o del pezón.
  • cambio en el color o en la sensibilidad de la piel de la mama o de la areola.
  • aparición de una erosión, o costra en el pezón.
  • ulceración de la mama.

Aunque la mayor parte de las veces estos síntomas no están producidos por un cáncer, toda mujer que note alguno de estos cambios debe de acudir a su médico, que es el único capaz de llegar a un diagnóstico diferencial. Pero para que sean capaces de advertir cambios es necesario que las mujeres “conozcan sus propias mamas”.

Autoexploración mamaria:

Es la exploración que periódicamente se realiza la propia mujer. Aunque es importante que cada mujer conozca sus propias mamas para saber reconocer en un determinado momento las modificaciones que pueda sufrir, la autoexploración mamaria es una práctica que rara vez detecta precozmente un tumor mamario. Por ese motivo nunca puede ser considerada como sustituto de la realización periódica de mamografías, sobre todo a partir de los 40-45 años.

Sin embargo, con objeto de “conocer las propias mamas” es recomendable que las mujeres realicen periódicamente autoexploración de las mamas, siguiendo los pasos que se recogen a continuación.

Frente al espejo, con los brazos relajados, observa detenidamente el aspecto de tus mama:

  • contorno
  • tamaño
  • alguna alteración de la superficie, como hinchazón, hoyuelos, erupciones cutáneas, cambio en el color de la piel, o un pezón vuelto hacia dentro.

Repite la misma observación con las manos en la nuca y con las manos en la cadera.

Acostada, tumbada de espaldas, con una toalla doblada debajo de tu hombro derecho, lleva tu mano derecha hasta la cabeza. Con tu mano izquierda, explora tu mama derecha presionándola ligeramente, manteniendo los dedos unidos y planos.Luego, desliza los dedos en sentido circular, comenzando con círculos amplios y cerrándolos progresivamente hasta terminar en el pezón.

Sentada o en la ducha, repetir el mismo procedimiento manteniendo la mano elevada detrás de la nuca. Baja el brazo y realiza una palpación hacia la axila, pues habrá aflojado la tirantez y podrás buscar fácilmente alguna dureza o anomalía.

Exploración clínica de la mama:

Es la realizada por parte del médico y es aconsejable que forme parte de la revisión médica periódica, que esté realizada por un especialista habituado a la palpación mamaria, y que constituya un complemento al estudio de la mama mediante técnicas de imagen (ecografía y/o mamografía, resonancia magnética nuclear,…) al que nunca debe suplir.

El médico a través de una historia clínica bien elaborada, de una inspección mamaria meticulosa, y de una palpación cuidadosa tanto de la mama como de los tejidos de alrededor, puede averiguar muchas veces la causa del síntoma que le refiere la paciente.

Mamografía:

Es una radiografía de la mama y constituye el mejor método diagnóstico de las enfermedades del seno.

Actualmente es también el mejor procedimiento de detección precoz de que disponemos, de tal modo que los estudios científicos realizados demuestran que la realización de mamografías de forma regular mejora la supervivencia y salva vidas en mujeres mayores de 50 años. No existe unanimidad entre los expertos acerca de la regularidad con que se deben realizar mamografías en mujeres menores de 50 años. Sin embargo parece aconsejable realizar una primera mamografía, aunque la mujer no presente ninguna sintomatología, a los 35 años, que se utilizará de patrón para posibles cambios en el futuro. Si esta mamografía es normal, la siguiente se realizaría a los 40 años. Entre los 40 y los 45 años la periodicidad dependerá del riesgo que presente cada mujer. A partir de los 45 años se aconseja una mamografía anual.

La mamografía, que habitualmente se realiza en dos proyecciones distintas, debe de ser interpretada por un radiólogo o, en su defecto, por un médico experto en Senología, de manera que se garantice su lectura correcta.

Una variante técnica de la mamografía es la tomosíntesis, en la que el tubo describe un movimiento circular, sin necesidad de compresión de la mama, y analiza las imágenes por planos. Todo ello hace que produzca menos molestias y que resulte más difícil que los tumores queden ocultos por la propia densidad del tejido mamario.

Ecografía:

Con esta técnica, habitualmente complementaria de la mamografía, se puede diferenciar entre nódulos sólidos y líquidos (probablemente un quiste benigno), y se pueden estudiar con mayor precisión incluso que con la mamografía algunas de sus características, que pueden orientar el diagnóstico y el tratamiento, tales como el tamaño tumoral o el grado de afectación ganglionar en la axila en casos de tumores malignos.

Es muy útil en las mujeres jóvenes, en las que la mamografía es menos eficaz.

Punción aspiración con aguja fina (PAAF) o biopsia con aguja gruesa (BAG):

Con estos procedimientos se obtienen células o una pequeña cantidad de tejido, que ayudarán al diagnóstico diferencial del proceso que presenta la paciente.

Cuando las lesiones no son palpables, tanto la PAAF como la BAG, realizadas con agujas de distintos calibres, pueden ser dirigidas mediante ecografía o técnicas de imagen mamográficas especiales (estereotaxia), pudiéndose obtener con precisión muestras de tejido de las zonas sospechosas visibles en la mamografía o en la ecografía.

Resonancia magnética nuclear (RMN):

Aunque es poco utilizada como procedimiento diagnóstico inicial y no puede ser considerada una alternativa a la mamografía, es una prueba complementaria particularmente útil en pacientes jóvenes con riesgo elevado de cáncer de mama, pacientes con mamas densas, portadoras de prótesis mamarias, y para valorar la extensión local de los tumores malignos con objeto de realizar tratamientos conservadores con mayor seguridad.

Biopsia quirúrgica:

Por este procedimiento el cirujano extirpa parte o, preferentemente, la totalidad de la lesión, y un anatomopatólogo examina el tejido con distintas técnicas, apropiadas a cada caso, con el propósito de llegar al diagnóstico de certeza del proceso.

Pruebas especiales de laboratorio:

El estudio histológico o anatomopatológico además de confirmar el diagnóstico de cáncer, suele aportar información acerca de qué clase de tumor se trata, de si es invasivo o no lo es, etc.

Existen pruebas especiales que ayudan al médico a conocer otros detalles sobre el tumor que se esté tratando. Por ejemplo, el grado histológico, la determinación de los receptores hormonales (estrógenos y progesterona), de la proteína c-erb-B2, factores de proliferación celular como el ki-67, etc.., pueden ayudar a clasificar el cáncer de mama según factores moleculares en distintos tipos (luminal A y B, HER +, y basal). Esta clasificación ayuda a hacer una aproximación mejor al pronóstico del tumor (factores pronósticos) y/o predecir la respuesta del tumor a los distintos tratamientos de quimio u hormonoterapia (factores predictivos), a lo que también ayudan técnicas de determinación génica de ADN o ARN mediante plataformas genómicas (Mammaprint, Oncotype,..). Así, por ejemplo, de forma simplista puede decirse que un resultado positivo del análisis de los receptores hormonales significa que las hormonas de la mujer estimulan el crecimiento del tumor, por lo que muy probablemente responderá a una terapia hormonal y, en determinadas circunstancias puede ser suficiente sin necesidad de ser tratada con quimioterapia.

Tratamiento del cáncer de mama

En el tratamiento del cáncer de mama es todavía aplicable la frase de Celso pronunciada en el año 30 d.C.: “en el tratamiento de tumores, ciertos médicos usan sustancias corrosivas, otros quemaduras y otros la cuchilla”.

Efectivamente, el tratamiento del cáncer de mama podría compararse a una cadena con múltiples eslabones, cada uno de los cuales constituiría un tipo distinto de tratamiento (cirugía, radioterapia, quimioterapia, hormonoterapia, terapia con dianas moleculares, …..). En cada caso se usará la terapia o terapias combinadas que estén más indicadas. Aunque lo habitual es que la cirugía constituya el tratamiento inicial, pueden utilizarse en cualquier orden cronológico intentando adaptarlas al máximo a las características del tumor y personalizarlas a la paciente.

El tratamiento dependerá de distintos factores:

Factores dependientes del tumor:

Tales como tamaño, localización en la mama, tipo y grado histológicos, afectación axilar, características moleculares y extensión (para descartar la afectación de otras partes del organismo tales como el hígado, los pulmones, los huesos, etc…, se suelen realizar estudios de laboratorio, ecografía hepática y gammagrafía ósea).

Factores dependientes de la paciente:

El tratamiento debe de ser individualizado para cada paciente, de tal forma que debe tenerse en cuenta su edad, su estado general, y su opinión acerca de las diferentes opciones de tratamiento.

La mujer diagnosticada de cáncer de mama debe tener parte activa en la toma de las decisiones acerca de su cuidado médico y de los tratamientos que va a recibir.

En este sentido, el médico que le va a tratar es la persona más adecuada para responder todos los interrogantes que tenga la paciente: opciones de tratamiento, limitaciones, riesgos, efectos secundarios e indeseables de los mismos, qué resultados se esperan, etc… Para ello, es imprescindible que se establezca una buena relación médico-enferma, y que aquél se brinde a responder cuantas preguntas le plantee la paciente. Lo más habitual es que la mujer en el momento de ser informada de que tiene un cáncer de mama piense que no le puede pasar a ella, que es un mal sueño, tienda a alejarse del problema y, con frecuencia, llegue a bloquearse. Por este motivo es recomendable una segunda visita al mismo médico, en la cual lleve una lista con todas aquellas preguntas que se le hayan ido ocurriendo acerca de las opciones terapéuticas planteadas, de la posible respuesta para cada tipo de tratamiento, de sus riesgos, etc…. También es recomendable tener a su lado en este momento un miembro de la familia o un amigo para que participe en la discusión, tome nota o simplemente escuche. En todo caso… ¡Cada paciente debe de insistir todo lo que sea necesario para aclarar con el médico cuantas dudas le surjan!.

Procedimientos de tratamiento del cáncer de mama.

Los métodos de tratamiento para el cáncer de mama se dividen en locales y sistémicos.

Loco-regionales: Fundamentalmente son la Cirugía y la Radioterapia. Existen otros procedimientos como la ablación del tumor por frío (crioterapia), ultrasonidos, radiofrecuencia,… pero son poco utilizados y sus indicaciones muy limitadas.

Sistémicos: Los mas usados son la Quimioterapia, la Hormonoterapia, y la terapia de dianas moleculares. Además existen otros menos utilizados, menos conocidos y con resultados todavía no contrastados como son la inmunoterapia, la quimioterapia intensiva con trasplante de médula ósea que se utilizó en el pasado sin llegar a demostrar su eficacia, etc.

Mientras los tratamientos locales o locoregionales, sirven para extirpar, destruir o controlar las células del cáncer en la mama y en la axila, los tratamientos sistémicos se usan con el fin de destruir o controlar las células cancerosas en cualquier lugar del cuerpo.

En función de los distintos factores que antes se han mencionado, una paciente puede recibir una forma de tratamiento u otra, o bien una combinación de ellos, que pueden ser aplicadas a la vez o de forma sucesiva.

Cirugía del cáncer de mama.

Existen dos tipos de cirugía, la cirugía conservadora y la cirugía mutilante.

Cuando se extirpa toda la glándula mamaria se denomina mastectomía, mientras que cuando se extirpa el tumor junto con un fragmento mayor o menor de tejido glandular a su alrededor se está realizando cirugía conservadora.

Casi siempre después de técnicas conservadoras, y alguna vez después de la mastectomía, se aplica radioterapia para destruir células cancerosas que puedan haber quedado en la zona, y disminuir la posibilidad de que se reproduzca el tumor.

En la mayor parte de los casos, y siempre en los tumores infiltrantes, debe estudiarse el estado de los ganglios locoregionales para ayudar a determinar si las células cancerosas han podido entrar en el sistema linfático o no. Con este propósito, hasta hace unos años en el caso de tumores infiltrantes se realizaba sistemáticamente linfadenectomía axilar (extirpación del tejido linfático y grasa de la axila) con intencionalidad diagnóstica, pronóstica y terapéutica. Sin embargo esta técnica tiene una elevada morbilidad (complicaciones, secuelas como linfedema y alteraciones de la sensibilidad, etc..), requiere ingreso hospitalario y aumenta el gasto sanitario. Por ese motivo y porque además se diagnostican cada vez tumores de menor tamaño y menor riesgo de afectación axilar, se buscaron técnicas menos agresivas que proporcionaran el mismo grado de información acerca del estado ganglionar. Entre todos los ensayados es, sin duda, la técnica de determinación, localización, y biopsia del ganglio centinela el más eficiente y el que se utiliza en la actualidad.

Para poder realizar esta técnica es necesario que no se haya demostrado enfermedad en los ganglios de la axila ni desde el punto de vista clínico ni mediante ecografía.

Su fundamento es que el drenaje linfático de toda región anatómica, y por tanto de cualquier zona de la mama, no se distribuye al azar sino que lo hace hacia un determinado grupo ganglionar y dentro de éste drena en un ganglio o en varios (2 ó 3), que son los denominados ganglios centinelas. Este, o estos, ganglios son los que tienen mayor probabilidad de estar afectados y su estudio es capaz de reflejar el estado de diseminación ganglionar global.

Existen varios métodos para determinar cual es el ganglio centinela de un tumor, pero el mas utilizado consiste en inyectar tecnecio en el tumor o sus proximidades, vehiculizado por algún tipo de partícula pesada (sulfuro de renio, nanoalbúmina,..) que queda atrapada en el ganglio. Realizando una gammagrafía se puede determinar en qué zona ganglionar está y, posteriormente, en quirófano mediante una sonda gamma y/o una gammacámara portátil se localiza, se extirpa y se envía para su análisis, habitualmente intraoperatorio y cada vez en mas centros con el método OSNA que resulta muy sensible.

En función del resultado de este análisis se realiza linfadenectomía axilar o no siguiendo distintos criterios en función del grado de afectación ganglionar.

El cirujano en cada caso será quien explique con detalle a la paciente acerca de los beneficios y riesgos de cada unos de los distintos tipos de cirugía, y quien describa cómo puede afectar al aspecto físico y a la psicología de la paciente según el tipo de técnica empleada.

Radioterapia.

Consiste en utilizar radiaciones de alta energía con el fin de dañar las células cancerosas e impedir su crecimiento. Los rayos utilizados proceden habitualmente de material radioactivo situado fuera del cuerpo y dirigido hacia la mama por un aparato (radiación externa); en otras ocasiones puede provenir de material radioactivo colocado directamente en la mama mediante distintos procedimientos para radiar un volumen parcial y no la totalidad de la mama (radioterapia parcial, con braquiterapia u otros tipos de implantes radiactivos).

En el caso de la radioterapia externa las pacientes acuden al hospital cada día, no suele precisar ingreso, y habitualmente dura entre cinco y seis semanas.

Quimioterapia.

Consiste en la utilización de fármacos para eliminar las células cancerosas. Suele consistir en una combinación de medicamentos, que pueden ser administrados por vía oral o por vía intravenosa. En cualquier caso se considera un tratamiento sistémico porque los fármacos entran en la circulación sanguínea y llegan a todas las regiones del cuerpo.

La quimioterapia se administra en ciclos, un periodo de tratamiento seguido de un periodo de recuperación, luego otro tratamiento y así sucesivamente. Habitualmente se realiza de forma ambulatoria, pero según el tipo de fármacos a utilizar y el estado general de la paciente puede ser aconsejable el ingreso hospitalario.

Hormonoterapia.

Se utiliza para impedir que las células cancerosas utilicen las hormonas que necesitan para crecer. Aunque este tratamiento puede realizarse mediante la extirpación de los ovarios, que producen hormonas femeninas, lo más habitual es que se utilicen fármacos que alteran el funcionamiento de los estrógenos (un tipo de hormonas femeninas).

Cuando el tratamiento se realiza a mujeres premenopausicas se utiliza tamoxifeno y en el caso de las pacientes postmenopáusicas inhibidores de la aromatasa.

Dianas moleculares.

El conocimiento de los mecanismos genéticos que participan en el crecimiento tumoral contribuye al desarrollo de fármacos que actúan en la diana molecular responsable del tumor.

Estos fármacos actúan específicamente contra determinadas células tumorales, con lo que aumenta su eficacia y disminuye sus efectos secundarios. La primera de estas terapias diana fue el anticuerpo monoclonal trastuzumab (Herceptin®) que bloquea el receptor del c-erb-B2 o HER2. El c-erb-B2 es una proteína que está sobreexpresada en alrededor del 25% de los casos de cáncer de mama y que, por tanto, la necesitan para su desarrollo y crecimiento.

Existen otros agentes terapéuticos dirigidos contra otras dianas moleculares, algunos todavía en fases iniciales de su uso y cuya descripción escapa del objeto de esta guía.

Efectos secundarios de los tratamientos

Debido a que los distintos tratamientos antitumorales pueden dañar a células y tejidos sanos, el tratamiento produce habitualmente efectos secundarios mas o menos desagradables; que son más acentuados con la quimioterapia, y que son diferentes para cada persona e incluso difieren de un ciclo a otro.

Puesto que son efectos previsibles se intenta planificar el tratamiento de manera que los problemas que produzcan sean mínimos.

Efectos secundarios de la cirugía.

Aunque la realización de una mastectomía en una paciente con mamas grandes puede ocasionar un desequilibrio que lleve a molestias en el cuello y la espalda de la mujer, las secuelas más importantes de la cirugía se producen cuando se realiza linfadenectomía axilar (extirpación de la grasa axilar que contiene los ganglios linfáticos). En estos casos, debido a la lesión que la cirugía puede producir en los nervios axilares, la mujer puede tener alteraciones de la sensibilidad o dolor en el tórax, el hombro y el brazo. Aunque suelen desaparecer al cabo de unas pocas semanas o meses, en algunas pacientes estas alteraciones pueden llegar a ser permanentes. Puede producirse también una cierta pérdida de fuerza en la extremidad superior afectada, que se evitará en parte con la realización de algunos ejercicios indicados por el fisioterapeuta.

El efecto secundario más indeseable de la linfadenectomía es el linfedema o edema linfático de la extremidad superior, que se manifiesta por hinchazón y aumento de volumen de la extremidad, y que se debe a que provoca un enlentecimiento de la corriente de la linfa. Por este motivo las mujeres deben cambiar algunos hábitos en su vida y proteger el brazo y la mano del lado afectado para evitar posibles heridas, quemaduras, traumatismos, picaduras de insectos, arañazos, etc.; evitar en lo posible llevar pesos con el brazo del lado de la linfadenectomía y extracciones de sangre o la aplicación de medicamentos por vía intravenosa en esa extremidad, etc…. En caso de ocurrir infección en el brazo o en la mano se debe de consultar con el médico.

Estos cuidados no son necesarios, habitualmente, cuando tan sólo se ha realizado la biopsia del ganglio centinela.

Efectos secundarios de la radioterapia.

El efecto secundario más frecuente de la radioterapia es la fatiga, sobre todo en las últimas semanas del tratamiento. Por eso es importante que las mujeres adecúen sus actividades a su estado general.

Con frecuencia la piel de la zona tratada se enrojece, se deshidrata, y se hace más sensible; hacia el final del tratamiento la piel puede aparecer húmeda, en cuyo caso esta zona deberá ser expuesta al aire el mayor tiempo posible.

Las pacientes deberán evitar durante este periodo llevar sujetador o ropa que pueda producir roces, y es importante llevar a cabo un buen cuidado de la piel. En ningún caso deben de usarse lociones o cremas sin consultarlo previamente con el médico, ni utilizar ningún desodorante en la zona tratada.

Los efectos de la radioterapia son pasajeros, y la zona se recuperará cuando el tratamiento haya concluido.

Aunque en la mayoría de las mujeres la mama tendrá un aspecto parecido al que tenía antes de la radioterapia, a veces puede hacerse más firme, más grande (debido a la acumulación de líquido) o más pequeña (por alteraciones en los tejidos) que antes de empezar el tratamiento. Después de la radiación, también pueden quedar alteraciones de la sensibilidad: mientras en algunas mujeres la piel de la mama es más sensible en otras lo es menos. A más largo plazo pueden aparecer alteraciones vasculares superficiales tales como telangiectasias que dibujan en la piel formas que recuerdan remotamente a arañas de color rojo vinoso y que por ello se denominan “arañas vasculares”.

Efectos secundarios de la quimioterapia.

Dependen fundamentalmente de los fármacos que se administren y, en menor medida, de la persona que los reciba, por lo que varían de unas a otras.

En general las drogas anticancerosas afectan a las células de división rápida como son las tumorales, pero que también incluye las células de la sangre que, entre otras funciones tienen la de combatir las infecciones, transportar el oxígeno hacia el resto del organismo y ser responsables de la coagulación.

Por tanto las pacientes son más susceptibles de sufrir infecciones, sangrar con mayor facilidad y tener sensación de debilidad y cansancio.

También se ven afectadas con frecuencia las células de los folículos pilosos del cabello y las células que tapizan el tracto digestivo, por lo que las pacientes pueden presentar caída del pelo (alopecia), y presentar pérdida de apetito, náuseas, diarrea, úlceras en la boca, etc….Estos últimos, habitualmente son problemas de corta duración y que pueden controlarse con medicamentos.

Pueden darse también otros efectos secundarios más graves, pero afortunadamente mucho más raros, como son la afectación cardiaca y la aparición de un segundo cáncer (el menos infrecuente es la leucemia).

Algunas drogas pueden dañar también los ovarios por lo que la mujer puede presentar síntomas de menopausia; la menstruación puede llegar a ser irregular o puede retirarse y la mujer no podrá quedar embarazada. En mujeres de edades de alrededor de los 35-40 años la esterilidad puede ser permanente. En todo caso, no es aconsejable el embarazo en un periodo de tiempo no inferior a los dos años desde que se completó el tratamiento con quimioterapia; por lo que, aunque es difícil que se produzca un embarazo durante el tratamiento, es aconsejable emplear métodos anticonceptivos.

Efectos secundarios de la hormonoterapia.

Al igual que en el caso de la quimioterapia los efectos secundarios dependen del medicamento utilizado y del tipo del tratamiento, y varían de una paciente a otra. El tratamiento hormonal utilizado en premenopausicas es el Tamoxifeno, que bloquea la utilización de los estrógenos por parte de las células, pero que no impide su producción.

El Tamoxifeno puede producir sofocaciones, irritación, sequedad o pérdidas vaginales, irregularidades en la menstruación, y a veces induce la menopausia.

También provoca hipercoagulabilidad, por lo que, aunque es raro, puede producir coágulos sanguíneos en las venas (trombosis venosas). El tamoxifeno se ha relacionado con la aparición de pólipos en el endometrio (capa de revestimiento interno del útero) y en algún caso se le ha relacionado con la aparición de tumores malignos endometriales. Por ese motivo es absolutamente imprescindible que la paciente que lo esté utilizando se realice periódicamente (cada año) revisiones ginecológicas que incluyan la valoración endometrial. Haciendo las cosas de este modo se consigue igualar, prácticamente, el riesgo de cáncer de endometrio en las mujeres tratadas con tamoxifeno respecto a las que no lo son.

Los inhibidores de la aromatasa, utilizados en postmenopáusicas que precisan tratamiento hormonal, tienen un mecanismo distinto al tamoxifeno ya que no permiten que la enzima denominada aromatasa convierta a otras hormonas en estrógenos, con lo que se reducen sus niveles.

Los inhibidores de la aromatasa provocan sofocos y sequedad vaginal, aunque en menor grado que el tamoxifeno, y el riesgo de hipercoagulabilidad igualmente es menor. Con frecuencia provocan dolores musculares y articulares, y, al contrario que el tamoxifeno, tienden a acelerar la osteoporosis, por lo que su uso debe incluir controles de la densidad ósea. Por el contrario, los inhibidores de la aromatasa no parecen aumentar el riesgo de cáncer endometrial.

Efectos secundarios del tratamiento con Herceptin.

El trastuzumab (Herceptin®) es un anticuerpo monoclonal humanizado que se une a la proteina HER2 que, como hemos comentado, se encuentra en grandes cantidades en la superficie de algunas células cancerosas y estimula el crecimiento de éstas células. Cuando el trastuzumab se une al HER2, se detiene el crecimiento de éstas células.

Aunque inicialmente sólo se utilizó en el cáncer que ya había producido metástasis (“carcinoma de mama metastático”), actualmente se está usando como fármaco de primera línea con muy buenos resultados tanto administrado solo como en tratamiento combinado con quimio y/u hormonoterapia.

Habitualmente no produce efectos adversos graves, pero durante la administración del fármaco, que es por vía intravenosa y con control hospitalario, puede provocar síntomas similares a un cuadro gripal, alteraciones del ritmo cardiaco, malestar, cansancio, etc…. casi siempre leves, pero que pueden llegar a ser graves ocasionalmente.

Otro efecto adverso que siempre se tiene en cuenta por el oncólogo es la posibilidad de que produzca un debilitamiento del músculo cardíaco (miocardio), con riesgo de insuficiencia cardiaca y alteración del ritmo cardíaco.

Puede producir otros efectos adversos de menor gravedad como son dolor articular y muscular, reacciones alérgicas, entumecimiento u hormigueo en los dedos de la mano y pies, alteración de las uñas, etc.

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